Hace unos días, cuando íbamos hacia
Arrocampo, en una de las dehesas por las que transcurre la carretera,
vimos una concentración de buitres, y el motivo, que estaban
comiendo.
Volver a ver este espectáculo, me
reconcilió ligeramente con las normas que imponen al campo desde los
despachos (dejar animales muertos en el campo, estaba prohibido hasta
hace pocos meses).
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