Hacia finales del mes de abril, un día
a eso de las tres de la tarde, escuché a un gorrión que, en un
tejado vecino, piaba de una manera lastimera, y pensé que habría
perdido a su pareja.
Tres días después observé que había
una hembra con él.
Y seis días mas tarde, la sorpresa. A
sólo unos cinco metros de mi dormitorio, estaba ocurriendo, la
pareja se consolidaba, y en los días sucesivos fuí testigo de más
contactos.
Todos no fueron tan armoniosos. Alguno
fué algo patoso, y en otros parecía algo violento.
Cuando me fijé de nuevo en la pareja,
estaban en pleno trabajo de alimentar a la prole. Al principio
insectos, para pasar mas tarde a otros alimentos.
Desde la primera vez que ví a los
pollos, me parecieron muy exigentes, un poco tiranos, bueno, como
todos los bebes.
Ayer por la tarde, observé que el
macho y la hembra estaban buscando a los pollos, que no se les veía
ni oía. La angustia de la primera salida nocturna de los hijos
adolescentes.
Hoy, hacia medio día, ví a uno de
los pollos y a la madre, que intentaba que fuera detrás de ella.
Cuando por fín arrancó, salió del patio, cruzó la calle y se fué
en dirección a unos huertos próximos.
Muy buena¡. Secuencia muy trabajada. Adelante.
ResponderEliminarMe ha encantado esta historia. Espero que sean felices y coman...muchas lombrices!
ResponderEliminarBego
Es como un cuento en pequeñas fotografías. Tiene su prólogo, nudo y desenlace. Las fotografías son inmejorables.
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